Eso me pasó hace un par de meses cuando fui a la presentación del último libro de Ingrid Newkirk. Para los que no la conocen, ella es la presidenta y co-fundadora de Peta, una de las más grandes organizaciones de derechos animales actualmente. Ha escrito muchos libros sobre cómo ayudar a los animales, y esta vez recopiló testimonios de diversas personas (algunas famosas, otras no) que han hecho algo para (intentar) cambiar el mundo. El libro se llama ¨One can make a difference¨ y en este post haré una pequeña reseña de los ensayos que más me impactaron.
Hay muchas historias de gente famosa como Brigitte Bardot, Kevin Bacon, Heidi Khum, Paul y Stella McCartney, Martina Navratilova, etc. que aunque conmovedoras, no las contaré acá porque es predecible y hasta esperable que gente así haga algo. Me concentraré en los casos más normales y que más me impactaron, de gente como tú o como yo, para ver que sí podemos ayudar en alguito.
Está el caso de Armida Fernández, una doctora que trabajaba en un hospital de Mumbai, una de las ciudades más grandes y también donde hay niveles altísimos de pobreza extrema. De cada 100 bebes que nacían, solo 28 vivían. Todos morían de diarreas. A pesar del nulo apoyo que recibió de las autoridades, ella persistió en sus investigaciones, y descubrió que los que se salvaban eran aquellos que habían sido alimentados con leche materna. Como ella misma lo dice, no hay nada mejor que la leche materna que ha sido diseñada especialmente para los humanos (así como la leche de vaca es para sus terneros). Lamentablemente, las madres de estos niños llegaban tan enfermas y débiles que no podían alimentarlos. Así, la dra. Fernández empezó un programa de nodrizas: las madres que estaban bien alimentaban más niños. A pesar de los riesgos de contagios de SIDA, por ejemplo, tuvieron éxito y lograron salvar vidas. Luego, logró implementar los primeros bancos de leche materna en la India, bancos en donde la leche es pasteurizada, y con lo cual se eliminan los riesgos de contagios. Fue gracias a la perservarancia de esta persona que no dijo "así es el mundo, no se puede salvar a estos niños", que se consiguió un cambio importante, que luego se copió en varios hospitales de la India.
Algo parecido, también con niños, pero en Gambia, África, le sucedió a Anita Smith. Ella era una señora inglesa, ama de casa, que para un verano decidió ir con su esposo e hijos de vacaciones a Gambia (!?). Ya sabía que era un país pobre, así que empacaron algunos regalos también para los niños de las escuelas y cosas así. De hecho, después de unos días de turismo, quisieron visitar una escuela pero estaban cerradas, por lo que fueron a un hospital y visitaron la sala infantil. La dejó impactada la suciedad y pobreza del lugar, el abandono de los niños ahí (muchos de ellos por sus padres mismos). En el bus de regreso al aeropuerto, llamó al guía turístico quien le dijo que si eso la habia impactado, debería ir al hospital de Bansang, a 200 millas adentro. Dos meses más tarde, Anita regresó de Inglaterra hasta Bansag. Sí, prometí no poner nada triste, pero pucha, para que se hagan una idea: sin electricidad, sin agua, 4 niños por cama, las madres durmiendo debajo de ellas, y otra vez las cifras terribles: uno de cada cuatro niños no llega a su quinto cumpleaños. Anita regresó a Inglaterra a conseguir fondos, logró que su doctor personal se involucrara en el proyecto capacitándose en medicina tropical, y ahora ese hospital ya dejó de ser un lugar de "desesperanza". La mortalidad infantil se redujo en un 73%. Lo más bacán de este testimonio es que ella dice que no es para nada una persona emprendora, o avezada, al contrario, es timidísima, nunca logró terminar ningún estudio, ni perserverar en nada, pero como ella dice en este caso, era su corazón el que mandaba y no su cabeza.
Hay muchos testimonios en el libro de ayuda a los animales (incluyendo a Sue Coe, la artista de mi post anterior), pero escogí el de Peter Hammarstedt. Lo escogí porque es un chico muy joven, tan solo de 23 años (menor que yo!), y es miembro de Sea Shepherd (literalmente "pastores del mar"). Esa organización se dedicar a ir a los mares mismos de Japón, Noruega, Canadá, Ecuador, etc. a registrar y boicotear la caza de delfines, focas, ballenas, tortugas, etc. Tienen varios barcos con tripulación voluntaria, que no recibe ninguna paga, tan solo comida y techo, y es más firman un contrato en el que ellos mismos se responsabilizan de todo lo que puede pasar. Peter en su testimonio cuenta lo paradisiacos que son estos mares e islas hasta que llegan los humanos a llenarlos de sangre. Él ha visto a las madres focas protegiendo a sus bebes, y que pronto serán asesinadas cruelmente. Así, Peter en su lucha por evitar esto, ha sido arrestado muchísimas veces, golpeado, asaltado, etc. Aun cuando reconoce que tal vez esté lejos el día en que esto ya no pase, también cuenta que todo esto vale cada vez que logra salvar a un animal. Y, por eso, no puede decepcionar a sus "clientes" : los animales marinos que no pueden defenderse por sí mismos.
Otro testimonio alucinante es el de Keith McHenry, artista y activista político, cofundandor de Food Not Bombs (comida, no bombas). Esta organización a la par que reparte comida vegetariana orgánica a las personas sin hogar, también difunde un mensaje de paz, antimilitarismo, justicia social y desobediencia civil. La idea detrás de esto es llegar al público de una manera fácil y divertida, haciéndoles ver las conexiones entre su manera de vivir y los grandes problemas sociales. La gente se acerca a las mesas que ponen en las calles a comer, y de paso conversan con ellos acerca de estos temas (que incluyen derechos animales también). Aunque no lo crean, McHenry y sus voluntarios han sido arrestados miles de veces, torturados, e incluso él está listado como una de las 100 personas más peligrosas de EEUU, y su organización está caracterizada como terrorista, según el FBI. A pesar de todos esos obstáculos, la organización ha seguido creciendo y están casi en todo el mundo alimentando a los desamparados, familias de trabajadores en huelga, están presentes en zonas de guerra y desastres (incluso han apoyado implementando albergues para animales), y también tienen el proyecto Homes No Jails (hogares, no prisiones), en el que reconstruyen edificios abandonados para los sin hogar. En su web piden la donación de tan solo 1 dólar, pero como McHenry dice la mejor forma de ayudar es que cada uno instale una mesa para repartir comida. Él menciona varios casos de gente a los que ayudaron (incluidos algunos de los policías que los arrestaron) pero el más interesante es el de una mujer que se acercó a una de las mesas que habían puesto en Arizona y les dijo que hace unos años ella vivía en la calle con sus niños y fue alimentada por Food Not Bombs, y que eso fue el aliciente para sacar fuerzas y poder salir de la calle, ya que la manera y el respeto con el que la trataron a ella y a sus hijos le devolvió su autoestima y ganas de vivir. Tal vez algunos dirán que esta forma de ayudar al final no cambia el sistema, pero creo que organizar un movimiento de tal magnitud que crea en estos ideales y los viva, sí supone un cambio, si hubiera más movimientos de este tipo y más gente involucrada, tal vez sí se podría cambiar de raíz el estado mundial.
Finalmente, mencionaré el testimonio de una chica cualquiera, estudiante universitaria que en su último día en el campus mudando sus cosas, se dio cuenta que tenía un frasco lleno de monedas de centavos. No sabía que hacer con ellos y de pronto, una idea vino a su mente. Se dio cuenta que muchos de sus compañeros también tenían en ese momento un frasco similar, frascos que no significaban mucho dinero pero colectivamente podían sumar más. Así que se paseó por toda la residencia recolectando los frascos de sencillo, la idea pegó y logró hacer una colecta oficial con el apoyo de grupos estudiantiles, con dos amigos, cargó como pudo todos esos frascos y fueron a la máquina de cambio. Habían podido juntar 1 000 dólares. Es así que Dana Hork fundó Change for Change (Cambio por un Cambio), una organización que incluye ya no solo muchísimos campos universitarios, sino también oficinas, escuelas, etc.. Cada institución participante decide a quién donar el dinero juntado, y la idea es que las causas vayan rotando, porque no solo se trata de donar el dinero sino también educar a la gente sobre las diversas causas de ayuda que hay. Algunos campus logran juntar $4 000 al año, pero otros hasta $30 000. Aparte de las colectas, Chanfe for Change también desarrolla diversos proyectos de ayuda, e incluso financian proyectos de estudiantes dirigidos a recolectar más fondos. Este testimonio me gustó porque empezó de una sola persona cualquiera, joven, que con su idea demostró que "small change can cause big changes" (el pequeño cambio/sencillo puede lograr grandes cambios).
Entonces, con esta pequeña muestra de casos (hay 55 en el libro, incluyendo el de la misma Ingrid) quiero hacer notar que si bien es cierto el mundo está hasta las huevas, y la culpa la tiene el capitalismo, el G8, las mineras, la corrupción, Alan, el Apra, el ejército, etc. creo que igual nosotros (aquellos que mal que bien hemos nacido con ciertos privilegios) sí podemos tomar ciertas iniciativas. En realidad, ya hace tiempo que me ha cansado la revolución de café, es más, aún cuando no me identifico para nada con la ideología "aldo mariátegui" no dejo de reconocer que cierta razón tiene cuando acusa a alguna gente de "caviares". O sea, ya pues, está bien que tal vez no vayamos a cambiar el mundo, pero al menos intentémoslo no? Seamos coherentes con lo que pensamos y aun cuando no logremos tal vez resultados grandes, sí podemos lograr cambios pequeños, los cuales pueden pavimentar el camino para mejoras a largo plazo.
Solo para dar algunos ejemplos locales: el movimiento animalista en el Perú ha crecido mucho. Todavía no es lo cohesionado y fuerte que debería ser, pero cada vez veo más gente involucrada en el tema, ya sea desde la típica protección a perros y gatos como en activismo más macro. Y otra vez, esto empieza desde que alguien toma la iniciativa de ayudar al perro con el que se cruzó en el camino y no esperó a decir "ay la municipalidad debería encargarse, o tal vez llamo a alguna sociedad de protección animal", o alguien que decidió un día salir a volantear en contra de los circos con animales, por ejemplo (como alguna vez yo hice con un par de amigos, sin pertenecer a ningún grupo). En otros temas, también olvidados por el gobierno como el medio ambiente, hay gente que solita intenta hacer algo. Mi pata Neto, por ejemplo, inició un proyecto en la universidad sobre conservación del papel. Escribió un artículo sobre el tema en el periódico de la PUCP, se contactó con más gente interesada en apoyarlo, se presentó a un concurso y logró el segundo lugar, y ahora está trabajando para implementarlo. Como ven, cada persona, con un mínimo de ciertas oportunidades puede hacer una diferencia, como aquellos que narran sus testimonios en el libro de Ingrid.
t
pd1. Pido mil disculpas por la demora de un mes. He estado en mil cosas y soy floja además pues. Prometo ahora sí volver al ritmo de un post por semana.
pd2. Aprovecho para presentar a un nuevo blogger amigo. Se llama Galán y es un gatito que tuvo la suerte de ser adoptado rápidamente. Le encanta escribir y tiene su blog (al inicio lo usó para promocionarse) en el que contará la historia de otros amigos gatunos que están esperando por una casa. Porfa, visiten su blog aquí.